domingo, 20 de marzo de 2011

Desde arriba



Si esto sigue así, voy a colapsar, voy cruzando el cielo sin pastillas, veo los carteles que me venden felicidad y las luces de los barcos, se que puedo llegar más lejos, me da miedo, pienso que es normal. Me acuerdo cuando llorábamos, reíamos, bailábamos, me acuerdo de eso y mucho más. No quise abrir las cartas, y ahora entiendo porque guardabas aquellas, mientras las voces de mi cabeza piden más, el corazón manda y el mío dejó de latir hace un rato. Toco la copa de un árbol, una distracción, veo una silueta, reconozco mi pulso, me desconcentra, la sensación de volar se va, mi razón gana terreno y no quiero, hay que reconocer que casi siempre vence, eso es lo que más me molesta, pero de vez en cuando hay momentos como estos que favorecen a el alma y regocijan al espíritu por un pequeño instante.
Me levanto, caliento un poco de agua, bebo un café y arranco muy atento a ver si te vuelvo a sentir, me río solo, y observo lo que me rodea, yo se donde va esa pequeña gente, con sus pequeñas vidas, sus pequeños sueños, por suerte yo solo estoy de paso, me quisieron atrapar, escapé de milagro, muy mal herido, pero las heridas sanan, dejan alguna cicatriz para que no olvidemos pero ya no duelen, molestan un poco algún que otro día gris, para eso están, para que recordemos.
Ya estoy en mi jardín, me recuesto y se que zafé otra vez, ahora volveré a despegar.